jueves, 19 de enero de 2012

Una de pilares y venga pilares sin fin. By Ket Follen





 210. Capitulo Duodeno

    27 de Marzo 1.312

    Amaneció el dia  gélido,  con una espectral neblina abrazando las engrafitadas murallas de Villapazuelos  del Puenterey, neblina que desdibujaba el perfil de la mastodóntica iglesia, que así, envuelta en una maraña de andamios y cuerdas, crecía a ojos vista, de los ciudadanos y humildes campesinos que acudían semana tras semana para vender sus productos de la tierra, tales como lentejas, garbanzos, pimientos, lechuga,  zumo de boniato en tetrabric y otras hortalizas.
    Fray Morcón, hombre poco disciplinado y entregado a una vida disoluta, contrariamente a su costumbre, había madrugado y se acercaba a la ciudad montado en su borrico, por el camino principal, increpando al resto de afluyentes que por su número y  ritmo lento, habían  provocado un monumental atasco a la entrada de la puerta principal....-¡DOMINIQUEROS!,¡No tengo todo el día!-gritaba.
    Adelantó a un carro de sandías, que estaba en la cuneta y cuyo caballo había pinchado una pata, alargando el brazo para realizar la señal de la bendición en dirección al carretero , pero tan pronto como este bajó la cabeza para santiguarse en respuesta al fraile, el canónigo le sustrajo rápidamente una sandía de tamaño mediano que introdujo velozmente bajo su faldón.
    Al cruzar el puente de acceso a la ciudad pudo escuchar los cantos de los monjes que desde el monasterio entonaban la oración de laudes, fray Morcón ponía los ojos en blanco y negaba con la cabeza al oírlos,-¡Pardilicus! -decía con cierto desdén.
     Un guardián apostado bajo el dintel de la puerta de la ciudad, dormitada en una pose indolente , unicamente mantenido en pie, por la sólida lanza a la que se abrazaba tal vez fantaseando que se trataba de una joven y lozana vaquera. De repente pareció ver al clérigo y se irguió raudo como si le hubiese sacudido un rayo, saludándo al fraile con un exceso de amabilidad, lo que entonces se denominaba "modalis pelotinus"...el Fraile respondió de un modo desganado, como si el soldado no existiese, ciertamente fray Morcón, el cual era un ejemplo de inmoralidad y malos vicios, era un orador magnífico, capaz de enfervorizar a las masas y dirigirlas hacia sus propios intereses, de ese modo había conseguido que condenaran por brujería a varias e irreverentes mujeres que  habían osado ejercer la hechicería, la sanación,la  fisioterapia, farmacia, droguería, esteticiennes  e incluso consiguió que azotasen a una veterinaria titulada por la universitas Salamanca. Casualmente y amén de haber se dedicado a esas herejías, todas se habían resistido a los encantos del fraile.Todo eso le hacía sentirse importante y por encima de los demás ya que nadie se atrevía a llevarle la contraria so pena de que el fraile arruinara la reputación del incauto disidente.
    Además hacía lo que quería, comía y bebía donde le apetecía, y gratis asegurando al mesonero o al involuntario anfitrión, que de ese modo obtendría descuentos en el diezmo, o incluso localidades privilegiadas en el cielo, cerca de los santos, reyes, caballeros y otros famosillos de la época. También ayudaba a realizar ejercicios de expiación espiritual especiales, a jovencitas que tras haber cometido algún pecadillo acudían al supuestamente "sabio" fraile en busca de confesión o consejo, dichos ejercicios había que realizarlos estrictamente en privada reunión con el clérigo y a puerta cerrada, en alguna estancia que siempre demandaba con cama puesto que , decía él, por su edad le dolían las rodillas de orar en el suelo, y necesitaba una superficie acolchada, además parecía preocuparse también por las rodillas de la jovencita, dado que dichos ejercicios implicaban mucho "arrodillamiento".
     Se proponía dirigirse a la abadía, para con el pretexto de crear una hermandad de vigilancia moral, presidida naturalmente  por él, aprovechar y disfrutar de la hospitalidad de la cocina del monasterio cuyas delicias eran conocidas en toda la región, ya que todo estaba "rico-rico". No obstante para caldear su ánimo, principal motor de su infernal retórica persuasiva, decidió parar en la posada “ La Campaneira”, a desgustar torreznos con mermelada y cerveza caliente, y así poder escuchar los rumores de los trabajadores, que a primera hora desayunaban una taza de esa oscura infusión de semillas negras, de una planta de la lejana Abisinia. En un principio se le había denominado a dicha bebida "capitatinumisci fedatarieglobinus", pero al final todo el mundo para acortar  le llamaba "ca-fe". Habían descubierto que se despejaba el pensamiento y trabajaban mejor y más rápido cuando degustaban dicha bebida. Así los maestros canteros lo tomaban doble, los albañiles lo tomaban cortado con leche, y los escribanos lo tomaban clarito, puesto que si lo tomaban fuerte provocaba pulso tembloroso y los cartularios resultaban difíciles de leer. El fraile sentó en una mesa mientras observaba a  la gente que le rodeaba, hasta que vio al mesonero, que se hacía el disimulado, y le hizo una seña. El restaurador temiendo otra deuda más a anotar al clérigo, hacía como que no le había visto y  atendía otra vez a los clientes a los que ya había servido, hasta que Fray Morcón le dio un silvido tan fuerte que no pudo ignorarle acudiendo a la llamada y asumiendo una nueva "púa" clavadita en su corazón.
    En la mesa contigua Marthin Tabiques, el maestro constructor se apartaba sus pelirrojos mechones del boceto que estaba realizando sobre una servilleta y que realizaba con nerviosos trazos de sus huesudas manos de Albañil. Había dibujado con velocidad y precisión el plano de un gigantesco edificio de amplios ventanales y con espacio suficiente para albergar cientos de tenderetes destinados a la compraventa, y en cuyo sotano podían aparcar los carros, bueyes, caballos y borricos. En unas salas adjuntas se podría visionar las actuaciones de comicos y actores, y se podía jugar al lanzamiento de herradura y al tiro con arco. Después se podía almorzar en los numerosos restaurantes que albergaría. Por la noche los juglares cantarían y narrarían historias verdes o picantes, llamadas así porque dada la prohibitiva moralidad imperante, al contar chascarrillos erotico-festivos, no se podían mencionar nombres de las partes pudendas, por ello se hacía referencia por similitud,  a verduras hortalizas y especies picantes como calabacines, zanahorias, melones, coliflores, ajo, castañas, peras,  pimienta y guindillas...Marthin pensaba llamar a todo aquello " locus comercium", o "centro comercial", una de esos dos nombre iria bien...aunque Aliana María, su esposa, mujer muy pragmática le reñía acusándole de estar siempre soñando con tonterías, que eso nunca existiría ni funcionaría, le insistía en que se centrase en la construcción de la iglesia, que bien podría ser una catedral por su tamaño y que le había sido encargada por la abadía. Que se centrara en eso, y en que le cobrara a los monjes los dichosos atrasos, que ya les costaba llegar a fin de mes.
     Había decidido plantarse delante del Abad Felippo y decirle que no podría continuar la construción de la torre, que  tendría que paralizarse hasta el año siguiente por falta de pago. Aunque seguramente Marthin, de personalidad apasionada e imaginativa, pero también de  una tremenda y gallinacea cobardía,  no sería capaz de enfrentarse con la mirada del Abad Felippo, así que terminaría diciendo que no podrían continuar las obras por falta de provisión de material o cualquier otra excusa...aunque el padre Felippo terminaría ganándole la partida con su famoso, "ora et labora...que ya yooo...yo yaaa.."(es decir trabaja y reza que dios proveerá), y si Marthin le hablaba de sus problemas económicos, el abad los invitaría a comer a diario en el monasterio con lo cual seguiría sin cobrar.
     Y realmente Marthin necesitaba el dinero para construir su molino de abatanar lana, nilon y poliester. Se lo había prometido a Aliana María después de la ultima discusión que tuvieron, a causa de el regreso a las tantas de la noche de Marthin, durante una salida de fiesta con los cofrades del gremio de los canteros. Marthin había dicho que habían estado cenando en la sede de la cofradía, pero a Aliana María le molestó mucho el extraño olor a perfume de mujer y vino, que Marthin tenía encima. Al final el le había prometido a ella un montón de cosas para aplacar su enfado ...continuará

Glutth Eohgordho. Ilustraciones J.M López

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