jueves, 19 de enero de 2012

Heinrich Von Papanathën, o el oscuro designio de Hijos de Thüliland (+ de 18 años)



    Berlin 1909. A las cinco de la tarde en el numero 7 de la schilenpicanthenstrasse. Se celebraba la segunda sesión psicoterapéutica clínica de grupo de jóvenes germanos monotesticulados. La sociedad andrewpsichologie, habían contratado los servicios del eminente Doctor Sigmund Freud quien se desplazaba en tren desde viena par acudir al evento. Los integrantes, unos jovencisimos Adolf Hitler, Heinrich Himler, Herman Göring,Eugen Fischer, Reinhard Heydrich entre otros asistían como afectados jovenes de la patria  que el imperio no se podía permitir perder dado lo prometedores y talentosos. El pueblo necesitaba mentes como las suyas tubieran testículos o no. Nerviosos se arremolinaban en torno a los asientos de terciopelo tratando de cojer los más cercanos a la estufa de hierro forjado en la que ardían en un flameante sueño los últimos leños procedentes de la selva negra que quedaban en la casa. El doctor irrumpió en la sala a través  de una de las altas puertas que avocaban al lugar.
-Señores por favor, tomen asiento- dijo Herr Freud, obedeciendo el resto de los afluyentes que se sentaron en semicirculo alrededor de la eminencia. De un cofre sacó un numero indeterminado de pequeñas bandejas de plata que fue repartiendo entre todos los asistentes que se miraban entre si intrigados
-Señores, hoy vamos a hacer incapie en un concepto novedoso,...la superioridad está en la mente no en los genitales,...el valor está en su cerebro,.... y para ello vamos a hacer un ejercicio de exposición  y aceptación de la cualidad de cada uno de nosotros- enuncio´haciendo que los asistentes se miraran entre ellos preguntándose que iban a hacer
-para ello cada uno de los presentes... señores.... vamos a sacar nuestra genitalidad y la vamos a depositar en la bandejita de plata que colocaremos a la altura de la entrepierna-Los jóvenes se removieron en sus asientos, algunos negaban con la cabeza con gesto incómodo anticipándose a esa situación
-¡Vamos jóvenes!, les voy a demostrar que un hombre vale lo mismo a pesar de sus atributos, así que vayan uno a uno y ante los demás, depositando su preciado tesoro en la bandejita y pronunciando su nombre y a continuación gritando la consigna "¡y soy un hombre!"
    Así que comenzó Herr Göring que se puso en pie sacando su miembro acompañado de su único y regordete testículo y depositándolo en su bandeja
-Mi nombre es Herman göring ¡Y SOY UN HOMBRE!- Dijo el joven vehementemente a pesar del apuro que sufría. Y así continuaron uno a uno realizando la misma maniobra exhibiendo sus miembros y sus solitarios testículos, algunos redondos, otros alargados, había uno incluso en forma de pepinillo.... y gritando su nombre junto  la consigna acordada,  hasta llegar a Adolf Hitler. Es el que más se resisitió a hacerlo, pero ante un gesto inquisitivo de Herr Freud y la mirada expectante del resto del grupo decidió actuar. Sacó un diminuto y ocultadizo pene que parecía un monje escondido bajo su capuchón. Apenas sobresalía del cuerpo, pero bajo ese mermado apéndice, estaba lo más curioso..... su diminuto y único testículo era casi plano. Lo colocó en su bandeja pero sobraba demasiada bandeja y eso que las bandejas eran pequeñitas. Adolf sacó su labio inferior y apretó la boca intentando mostrar dignidad y dejó salir la consigna de su boca en un rumor apenas inaudible. Al ver su depauperada dotación El doctor Sigmund Freud no pudo más que observarla fijamente, experimentando una sensación ambigua de asco, verguenza ajena y un deseo irrefrenable de reirse. Así que antes de ser traicionado por sus pulsiones internas, cogió él su propia bandejita y se extrajo de los pantalones un desproporcionado miembro que semejaba una banana sobrecrecida en estado de flacidez con su glande circuncidado que delataba su origen judio. A continuacion tiró del pesado aparato del cual al parecer aun quedaba más dentro de la botonera, y extrajo dos enormes testículos de proporciones taurinas, brillantes y pelados, poniendo todo el conjunto sobre su bandejita de la cual se sobresalía carne por todos lados, por exceso de carga del material expositivo. El resto del grupo quedó automáticamente sobrecojido, con una insufrible sensación de indefensión al hallarse alli expuestos ante ese rey de la paquetería, cada uno con su defectuoso equipo en la bandejita. Aquello era muy raro, un montón de hombres unos ante otros mostrándose los struggenfrashen bandeja en mano a la altura del pubis.
-Repitamos juntos "¡somos hombres grandes y mi grandeza emana de mi mente!"- y ellos le corearon lo dicho- ¡ acostumbraos a estar así!,... cuando dejéis de notar sensaciones de inferioridad y lleguéis a sentiros cómodos en esta situación, abre hecho de vosotros unos auténticos hombres- decía el psicólogo, mientras todos seguían mirando hipnótizados el trozo de enorme salchichën que le caía de la bandeja penduleando al Doctor. Herr Freud se acercó con  mirada compasiva a Herr Hitler que parecía tener la expresión más bloqueada de todos y le puso su mano libre en el hombro

-Y si cabe de Usted..... haré el más grande de los hombres de esta sala- aseveró, a lo que Adolf no contestó nada apretando aun mas sus labios, mezcla de verguenza y de rabia hacia aquel, circuncidado ser, que le había forzado a desvelar su tan mermada condición.

   

Aquella noche, los jóvenes participantes experimentaron todos y por separado en la soledad de sus cuartos en sus hogares, la misma e insoportable sensación. Cada uno de ellos se sentía menos hombre, menos persona y con menos derecho a seguir vivos y merecer cariño o respeto, que antes de la sesión de psicología grupal, demostrando al mundo que esa modalidad de terapia que estaba probando el doctor Freud era del todo ineficaz,... y sobre todo aquella sobrecogedora imágen les perseguiría de por vida experimentando estress postraumático y flashbacks en los que veían la entrepierna del doctor perseguirle, cada vez que un veían un zeppelin sobrevolar sus cielos.

   
    Nadie volvió a presentarse en las sesiones de grupo terapéutico, y el Doctor Freud al verse tan sólo en aquella sala del número 7 de la schilenpicanthenstrasse, tan alejado de su casa, tan ofendido del menosprecio a su ciencia, y  tan impagado (puesto que los asistentes abonaban al acabar la sesión),  inició una demanda formal contra la sociedad andrewpsichologie, que tuvo que indemnizarle con varias partituras para violín de piezas neoromanticistas compuestas por Andrew Calamarën, dos dibujos de Adolph Hitler titulados "retrato de mi tía abuela Frida en ropa de diario", y "retrato de mi tía abuela Frida en salto de cama", que el doctor Freud no dudó en usar como ejemplos de manifestaciones histeroides por trauma infantil aerofágico, en su famoso "tratado de la debilidad mental" o "Nithcmethensaquen flacidauser". También exigió hasta que la recibió, una carta formal de disculpas firmada por cada ex-asistente en la que se declarara "soy un maldito ario castrado sin capacidad de valorar el verdadero genio cuando lo tengo delante". La sociedad obligó a los miembros a firmar dicha carta, para no caer en la bancarrota ,bajo los tejemanejes de los abogados de Herrr Freud. Y aquello causó un mayor hundimiento moral en los pobres jóvenes germanos, que terminaron por abandonar dicha sociedad, para entregarse al que sentían que era su insigne y humillante destino infrasexuado.

  

    Quiso la casualidad, la fortuna o las ricas salchichas que servían en los alrededores del parque berlinés del Tibidavën, que quince años mas tarde coincidieran reconociéndose en plena calle, y poniendo en común su desatinado y sufrido destino desde que se cruzase en sus vidas aquel maldito Doctor. Eran tristes sombras que vagaban errantes con la verguenza como principal ocupación emocional, y los calcetines doblados en la entrepierna como principal aliado. Mientras charlaban no se percataron de que tras un biombo de malla metálica con una rica enredadera que lo cubría, un oscuro sabio calvo y embarbado tomaba notas de sus pensamientos hasta que comenzó a escuchar los lamentos de los destesticulados teutones.
    Salió de improviso el sabio de su escondite y les sobresaltó a todos, parandose erguido y mirándolos con atencion. A continuación se abrió los pantalones y enseño su genitalidad....faltándole también un testículo,... e hizo el gesto como si pensara que aquello fuese la seña secreta que revelase su identidad como cofrade de una secreta hermandad
-Mi nombre es Heinrich Von Papanathën y he de decirles que seguramente ignoran ...jóvenes...que la raza aria tiene orígenes divinos- dijo mirándoles por encima de sus gafas redondas enfatizando sus palabras con aspavientos realizados por la mano en que portaba un libreto de notas- Somos descendientes de los dioses....de dioses que fundaron la humanidad y que después se cruzaron con ella..
-Los hombres se miraban atónitos sin saber que decir
-y cuando mas bagaje genético tiene un hombre en común con esos dioses más se parece a ellos...y cuando menos,  más mestizo es y más se parece a los animales-afirmó con contundencia - y los dioses, queridos amigos...nuestros antepasados....¡NO POSEIAN TESTICULOS!
   Los  hombres se miraban atónito, entre ellos Adolph se adelantó sumamente interesado
-Continue Herr Papanatën-le instó Herr Hitler
-Continuo-dijo cogiéndose el mismo de las solapas y pivotando sobre las puntas de sus pies como un profesor universitario -mis investigaciones me permiten revelar que hubo una escisión entre los dioses, y un malintencionado dios de la antiguedad se mezcló con las castas animales que existían previamente al ser humano, hasta reducir la divinidad de tan infame linaje al máximo, y guió a esas razas resultantes para que se levantaran en contra de los auténticos hijos de los dioses buenos,  intimidándoles y ridiculizándoles con su supuesta superioridad..."ejem"...digamos..."terrenal", finalmente en un movimiento estratégico, nuestros antepasados  así como su dioses, se refugiaron en una parte subterranea del mundo a la que se tiene acceso por la hiperbórea, y fundaron numerosas ciudades, siendo su capital ¡THULILAND! y su bandera la esvástica -un rumor de aprovación se fué extendiendo entre los presentes y el joven Adolph dijo..
-¿Alli la gente es como nosotros? ...quiero decir... ¿con pocoo...?
-Alli la gente ni siquiera tieneee....-contestó el erudito, creando otro rumor entre el corro expectante- Nosotros somos sus descendientes y allí esperan a que creemos a nuestro ejército y preparemos al mundo para su vuelta y depuración de la especie, apoderándonos de las naciones y neutralizando a nuestros principales enemigos...aquellos que nos asustan...los hijos del Dios malvado que viven bajo el signo de....la circuncisión...- un desagradable recuerdo visual volvió a la memoria de todos ellos , que traumatizados como estaban asimilaban las palabras de aquel sabio loco sin poner en duda ni una coma de las tamañas gilipolleces que soltaba...Herr Adolph Hitler tras mirar a su alrededor al resto de aquel sufrido grupo que le devolvió la mirada con un atisbo de ilusión de recuperar la dignidad, le dijo finalmente a Herr Papanatën...
-Pues creo que hablo en nombre de todos, si le digo que ha encontrado usted al ejercito de hombres puros que buscaba, y no descansaremos hasta que podamos hacer volver al mundo a nuestros dioses y Antepasados-dijo con pronunciación vehemente y severa- .....por que...conocemos muy bien a ese enemigo - culminó siendo coreado y aplaudido por sus destesticulados compañeros quien no dudaron en acompañarles en ese nuevo proyecto... "castratense"

 Documento inédito encontrado entre los papeles de las SS

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